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La organización de los espacios es uno de los componentes metodológicos
de extraordinario interés para nuestra etapa de Educación Infantil,
garantizando con ello la autonomía de los niños y niñas así como
una estabilidad y variedad para satisfacer necesidades individuales y
grupales.
El
medio, con el cual interacciona continuamente el niño y la niña,
envía continuos y silenciosos mensajes, invita a determinadas
acciones, condiciona determinado tipo de relación e intercambio
facilitando así determinadas actitudes. Por ejemplo, resultaría
interesante comparar las consecuencias entre un patio organizado y
estructurado por zonas de actividad y un patio ordinario en el que
reina la actividad libre y espontánea del alumnado al no encontrar
estímulo alguno. Es frecuente observar durante los recreos, como los
niños y niñas se agrupan y comparten actividad con los compañeros
y compañeras de su grupo- clase.
Con
una organización de las características que propongo, las
posibilidades de interacción entre los niños y niñas de distintas
edades aumentan considerablemente debido a la atracción por
compartir una misma actividad, espacio y material estimulante
independientemente del grupo, clase y edad.
El
medio organizado de una u otra forma como movilizador de los procesos
de desarrollo y de aprendizaje, contribuirá en mayor o menos medida
al aprendizaje de las nociones espaciales y temporales, facilitando o
inhibiendo las conductas de mis alumnos.
Además,
el espacio exterior como elemento importante de la escuela infantil,
sirve como instrumento para la socialización y la individualización,
entendiendo la socialización como un proceso por el cual el niño se
incorpora al grupo social en que vive y presenta una doble dimensión:
el sujeto recoge información que le permite adaptarse al contexto, y
el sujeto a su vez emite determinadas formas de actuar con las que
participa en la definición del colectivo al que se inserta.
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